viernes, 30 de septiembre de 2011

La Invasión de los Gerentes de Proyecto


Hace unos días me junté con un viejo amigo, a quien no veía hacía un buen tiempo; llamémoslo Luchín. Mi amigo trabaja hace ya unos 4 años como desarrollador senior en una empresa local proveedora de soluciones de software. Muy acongojado, Luchín me contó: "Ahora sí que se fue todo al diablo. Llegó la invasión de los gerentes de proyecto a la empresa". Mi primera reacción fue de decepción, pues durante 3 años trabajé en esa empresa y me esforcé por forjar una cultura que cultive precisamente lo contrario a lo que esa frase vaticinaba.

Esta situación coincidió con un thread muy activo a inicios de este mes en la lista de la comunidad Agile Perú, el cual fue abierto con una cita extraída de un tweet del mundo real"Ya no quiero ser ingeniero, quiero ser gerente de proyectos!" El thread creció muy rápidamente hasta llegar a tener más de 60 replies en menos de dos días. Es evidentemente un tema sensible, un tanto polémico y que está "de moda".

¿Pero, de qué estoy hablando exactamente? Vamos al grano. Tomaré como definición general de gerente de proyectos a alguien que:
  • Ya no desarrolla software
  • Les dice qué hacer a los desarrolladores
  • Es pagado considerablemente mejor que a los desarolladores
  • Es visto con mejores ojos y tiene más status que los desarrolladores ante todo el personal
  • No es explotado ni forzado a trabajar horas insanas
  • Tiene el privilegio de repartir tarjetas de presentación y firmar e-mails que dicen "Gerente"

¿Y cuál es problema con todo esto?

Bueno, desde mi humilde punto de vista, veo lo mismo que Tobias Mayer describió muy claramente hace ya 2 años en esta serie de iluminadores artículos:

Extraigo algunas secciones imperdibles:

The tragedy of many revolutions is that once successful the leaders tend towards the same behavior that caused the need for the revolution in the first place. The oppressed become the oppressors, i.e. they take on essentially the same behaviors because they don’t know how else to behave.
George Orwell characterized this tendency in the novel Animal Farm, an allegory for the Russian Revolution and subsequent events.  By the end of the book, the revolutionary leader, Napoleon (a pig, by some charming coincidence) is walking on two legs, dressing in human clothing and selling his best friends out for horse meat.

There can be no really pervasive system of oppression . . . without the consent of the oppressed.” —Florynce Kennedy
Too often the oppressed don’t want change; they simply want to be on the other side of the oppression.  That is the ugly reality we live in.  We have all seen individuals rise to middle-management and change behavior accordingly, fitting in to the system and emulating their superiors.  Many of us have seen teams fall apart through infighting — indeed a key part of the Scrum Master training course is focused on dealing with such situations. Reward systems in most software corporations are based on individual superiority, and to be superior, others must be considered inferior.
Commenting on the syndrome of in-fighting between oppressed natives in colonized countries, Paulo Friere notes “At a certain point in their existential experience the oppressed feel an irresistible attraction towards the oppressors and their way of life.  Sharing this way of life becomes an overpowering aspiration.  In their alienation, the oppressed want at any cost to resemble the oppressors, to imitate them, to follow them.”

En resumen, esto significaría que muchos desarrolladores al hartarse de la opresión a la que son sometidos por sus respectivos jefes o gerentes de proyecto, no ven otra salida que convertirse en opresores ellos mismos y a perpetuar (probablemente de forma inconsciente) el mismo modelo de opresión antes nuevos desarrolladores.

Esta opresión se expresa comúnmente a través del lenguaje de los opresores, con frases del tipo: "No sé que haces pero lo quiero para mañana".

Lo paradójico de todo esto, al menos en mi caso, fue que hace poco tuve que firmar un mail con el título de Gerente de Proyectos. No precisamente por una preferencía mía, sino del cliente con el que estaba trabajando, quien a su vez deseaba proyectar cierta imagen ante su respectivo cliente.

Y ustedes, ¿qué quieren ser cuando "crezcan"?

miércoles, 19 de enero de 2011

Propuestas presidenciales SMART


La primera idea para escribir sobre este tema la tuve durante la campaña para las elecciones municipales de hace unos meses. Pero se puede trasladar tal cual a la presente campaña presidencial.

Existe una sencilla manera de describir los objetivos a los que puede aspirar una persona o una empresa. En inglés, esta técnica recibe el acrónimo SMART (que se puede traducir como astuto, listo o incluso "vivo"). Así, la idea es establecer objetivos SMART (o SMART Goals) en nuestras vidas.

Es una técnica bastante conocida y de hecho ya la había encontrado en libros como Behind Closed Doors y Pragmatic Thinking & Learning. Incluso, es bastante útil cuando se emplea en el contexto de una retrospectiva. Leyendo los posts que mi buen amigo Abner realizó hace poco, fue que me volví a encontrar con este concepto.

La idea es que cuando definamos objetivos, cada uno de ellos debería poseer las siguientes cualidades:
  • S - Ser eSpecífico 
  • M - Ser Medible
  • A - Ser Alcanzable
  • R - Ser Relevante
  • T - Estar limitado por el Tiempo
Por ejemplo, decir que mi objetivo es "aprender a bailar" no es SMART. Decir, en cambio, que mi objetivo es "poder bailar salsa, cumbia y merengue en las fiestas sin repetir los mismos pasos en cada baile y sintiéndome cómodo y contento al hacerlo en un tiempo límite de 3 meses" sí es SMART.

Es más, gente como Joanna Rothman recomienda que, cuando planifiquemos, nos fijemos objetivos SMART pequeños y progresivos, de modo que podamos medir el avance más fácilmente. Siguiendo con el ejemplo anterior, quizás sería mejor establecer como primer objetivo "aprender 3 pasos básicos de salsa en máximo 2 semanas". Una vez conseguido este objetivo, podríamos fijar el siguiente.

¿A qué viene todo esto? Bueno, a que cuando escucho a algún candidato político hablar sobre sus propuestas, busco evaluarlas según el criterio SMART. Y para ser franco, durante la última campaña municipal, no encontré mucho de SMART en el discurso de ninguno de los candidatos.

Veremos si esta vez, al menos uno me sorprende cuando tome la palabra en alguna entrevista, mitin o debate.